En las 24 horas de Arte la brisa provenía de palos mágicos.
Un par de tubos de cartón mojaban con poesía los caracoles de la gente;
le mimaban el cuerpo y le adornaban el alma.
En ellos, se dice, habitaba un conejo lleno de pósimas suaves que erizaban la piel.
La gente, inquieta y sorprendida ante semejante locura, no paró de hablar y examinar tal situación y tales objetos.
Se trató de descubrir que son y que hay en ellos, y aunque nadie se animó a verles el interior, se aseguró de que tienen estrellas y mundo-corazón, además del conejo.
La fiesta continuó, y los exámenes no pasaron a mayores.
No obstante, algunas personas confiesan haberlos visto traficando silencios.
En tapa, los responsables del acto.
vALENTIN
Bellísimo
ResponderEliminarvalencolorsusurroconbotonesadheridosatupalabraamontonadaquemeencantaescuchar